
El gremio más importante dentro de está “secreta”, son las ancianas, a mayor edad mejor. Saben todos tus pasos, los comentan entre ellas, y si las pillas in fraganti, les dará igual. Recuerdo dos vecinas en particular. Una que vivía en el piso de arriba, vigilaba desde su balcón arropada bajo la oscuridad de la noche. Lo que ella no se daba cuenta, era que la farola de la calle, la alumbraba cual espectro de ultratumba. Así que además de una espía, teníamos una gárgola que decoraba nuestra fachada. La otra anciana, siempre se quejaba de su cadera, y para ejercitarla, en lugar de caminar, se dedicaba a subir y bajar las escaleras del vecindario un par de veces. A menudo cansada, se tenía que parar y apoyar su oreja en la puerta de cualquier vecino. Podemos dar fe, de que de oído andaba muy bien, pues la mujer se lo cuidaba. Y es que en los pueblos, se está más seguro a cargo de la secreta, que vela por tu completa seguridad sin indiscreción alguna, y todo ello gratuitamente.
¡Que vivan los pueblos!
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