13.5.09

Suerte. . .

Cuando te pasa algo malo, siempre te dicen que has tenido mala suerte, en cambio cuando un tercero tiene algún problema, es normal. Sólo lo calificarán como suerte, cuando le pase algo bueno, que nos fastidia. Nosotros solo tenemos mala suerte, y los demás buena, o eso me parece a mí.



La verdad es que sólo una vez me ha tocado algo. Era un circo de esos que parecen creados por Stephen King, y dónde Sanidad tendría trabajo para 5 años. La verdad, es que los Circos que pueden llegar a los pueblos, no son precisamente primos hermanos del Cirque Du Soleil. A menudo la gente los confundía con el castillo del terror. Pues un buen día nos acercamos a él, y decidimos entrar. Que inocencia la de la infancia, creías que aquello era espectacular, y sí, era espectacular, espectacularmente cutre. Con la entrada repartían un número para un sorteo que se celebraría en el interior. Y llego el momento. Yo era pequeña, pero sabía lo suficiente como para descifrar mis números; y cual es mi sorpresa, que me toca. Yo no sabía que hacer, nunca me había visto ante tal tesitura, y por lo que veo nunca me volvería a ver. Sin embargo, no había contado con mi extrema timidez, así que tras varios minutos de incertidumbre, regalé mi ticket a mi hermano, que no se lo pensó dos veces. El pobre chaval llegó al centro de la pista, con la ilusión de un aventurero que recorre el mundo hasta llegar hacia el tesoro. Pero no olvidemos dónde estábamos…Se agacho a escoger uno de los tesoros, que por lo que veríamos más tarde, debían su valor a su antigüedad, más que a su utilidad. Cuando fue a coger la raqueta, se arrepintió y fue por el juego, pero después lo rechazó… hasta contentarse con el balón, mientras sus movimientos eran narrados por un hombre de chistera interminable. Nadie lo comprendía, ¿Por qué cogió el balón? Era lo menos interesante. Al volver a su asiento, estábamos ante toda un P.A.D --> proceso de adultez por decepción. Resulta que todos los objetos estaban rotos menos el balón. La raqueta tenía las cuerdas pegadas con celo, el juego la caja rota, etc. Probablemente, todos ellos fueron tesoros para un pequeño artista, pero hacía tiempo que había abandonado su niñez, y ahora había que reciclar (que sería lo único moderno en ese circo).

Y así, quizás por haber rechazado mi suerte, esta nunca más volvió a aparecer. Aunque siempre creeré que es un ciclo, que está apunto de acabarse y que por estadística toca que me toque algo. A poder ser, en mejores condiciones, yo por mi parte, voy superando mi timidez para poder recogerlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario