28.1.10

Que bello es vivir…¡en una gran ciudad!

Sí, si… es tan poco estresante. Con sus millones de personas para arriba, y sus millones de personas para abajo… Y entre ellas, un par de… de… ¿mal educados? No, por dios… digamos que son, los “No-colaboradores”. Se distinguen por no comprender en su totalidad la expresión “Dejen salir antes de entrar”, y otros clásicos urbanos. Su cerebro al parecer solo asimila la mitad de la frase “antes entrar”. Y se lanzan a la lucha descarnizada por un asiento.

“¡Señora, que el tren está vacío y sólo subimos usted y yo!”.
“¡Jerooonimoooooo!”




Se han dado casos, de gente que se ha tenido que quedar a vivir dentro del vagón, porque no podían salir. Y se alimentan de bocatas olvidados en el tren.

Pero los “No-colaboradores” no son mala gente, son unos ángeles urbanos incomprendidos. No ocupan todas las escaleras del metro para que tu llegues tarde, lo hacen simplemente para poner a prueba tu corazón. Su rendimiento. ¿O quién creías que les hace las pruebas físicas a los futbolistas? ¿Un cardiólogo? Si hombre…

Cada día en su inestimable trabajo, buscan nuevas técnicas de exasperación. El otro día sin ir más lejos (porque los no-colaboradores no me dejan), estaba esperando a que la gente saliera del metro, (uno de los cuales por fin lo lograba después de salir la noche de nochevieja), cuando me di cuenta de que estaba haciendo cola detrás de un hombre que simplemente se le ocurrió ponerse a leer el periódico delante de la puerta del vagón, mientras esperaba a otro tren. Gracias señor lector, por promover de ese modo la lectura, y hacerme un peeling facial gratuito con las puertas del vagón, a la melodía de¡Pi! ¡Pi! ¡Pi!

Es una historia que ya viene de lejos. ¿Ya sabéis quienes son sus antecesoras y madres no? Sí, las mismas. ¡Las señoras que llevan paraguas los días de lluvia y van pegadas a la pared! Con lo buena que es el agua de lluvia

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